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Bit.gif (1759 bytes)FICHA TÉCNICA
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NOMBRE

Bit.gif (1759 bytes)Metacomunicación

SUBTÍTULO

Bit.gif (1759 bytes)El eclipse de los medios masivos en la era de Internet

AUTORES

Bit.gif (1759 bytes)Alejandro Piscitelli

IDIOMA

Bit.gif (1759 bytes)Español

EDITORIAL

Bit.gif (1759 bytes)La Crujía

PAGINAS

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ADICIONAL

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PRECIO

Bit.gif (1759 bytes)consultar-

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Prefacio

Este es un libro inhabitual y audaz. Ante todo, porque trata de epistemología de las ciencias sociales, está escrito en América Latina y desde América Latina, con un vasto conocimiento de los debates centrales en el pensamiento científico contemporáneo. En segundo lugar, porque —a diferencia de la reflexión epistemológica actual, derivada de la filosofía analítica anglosajona— no se desentiende de las condiciones sociales de producción y comunicación del conocimiento. Pero parte de su rigor consiste en no dejarse llevar por quienes pretenden resolver esta cuestión haciendo sociologías, psicologías o antropologías nacionales, y al final acaban atricherándose en concepciones municipales de la ciencia. Se hace cargo a la vez de las exigencias teóricas y universalistas del conocimiento y de las contradicciones o dificultades que suscitan los contextos relativamente específicos de quienes investigan en los paises periféricos.

Tengo la impresión de que para Alejandro Piscitelli, aunque lo diga de maneras diversas en los artículos de este volumen, lo que da su signo distintivo al contexto latinoamericano son los vínculos del saber científico con el cambio social. "El cambio de la epistemologia" -que este libro no solo expone, sino que nos invita a repensar juntando a Jean Piaget con el MIT, a Michel Foucault con Gregory Bateson y Jorge Luis Borges- "presupone, pero al mismo tiempo exige, una epistemología del cambio". El trabajo intercultural requerido para relacionar a pensadores y científicos de tan variados contextos, teniendo en cuenta desde donde piensan, se vuelve mas fluído en América Latina porque la multiculturalidad es constitutiva de nuestras sociedades. Asimismo, porque el proceso de modernización, de frustraciones, críticas y reelaboraciones de nuestros cambios, exige redefinir una y otra vez los proyectos modernizadores con conjeturas diversas e inéditos estilos de refutación.

En este movimiento, donde lo tradicional y lo renovador conviven y se nutren recíprocamente, la pos-modernidad no viene a sustituir lo moderno, sino a "iluminar con luz nueva sus principales banderas, reapropiándose de sus consignas aun vivas pero reubicándolas y resignificándolas, a su vez, dentro de otras constelaciones del saber y el hacer". Asi, este autor se ubica en el grupo de latinoamericanos (José Joaquín Brunner, Jesús Martín Barbero, Renato Ortiz, por solo ejemplificar con tres, de países diferentes) que busca "rescatar al postmodernismo de su reapropiación por parte del neo-conservadorismo". Su peculiaridad está en intentar este trabajo desde la epistemología, haciendo visible "que las mismas metamorfosis que está actualmente experimentando la ciencia son un locus privilegiado desde el cual releer el debate modernidad/post-modernidad".

Alejandro Piscitelli es un hombre apurado. Al estar con él, al escucharlo en conferencias o al leer sus textos vertiginosos, uno tiene todo el tiempo la sensación de que no quiere perderse nada: filosofía, tecnología, arte, literatura, conflictos sociales y realidades virtuales, certezas precarias e incertidumbres en las que está decidiéndose el futuro de todos. Atraviesa con tal entusiasmo estos territorios que logra transmitirnos su convicción de que el hipertexto quizá sea, mas que un género o una estrategia discursiva, el modo de vida que hoy nos corresponde. Quizá los aportes mas originales y atractivos de este volumen sean los capítulos (1 y 12) en los que pone en práctica —a propósito del neobarroco electrónico— la propuesta de ciencias y de "cientificos sociales bisagras": un estilo de pensamiento capaz de conectar disciplinas y modos de conocer que las inercias académicas o burocráticas siguen manteniendo separadas.

¿Qué les puede pasar a la psicología, la sociología, la antropología y a las mismas ciencias o tecnologías duras si se dejan permear unas por otras? ¿Dónde es mejor propiciar estos contagios? ¿En libros o computadoras? ¿En la escritura manual, mecánica o electrónica? ¿Mediante lecturas secuenciales o hipertextuales? Si bien las preferencias de Piscitelli se inclinan mas por las segundas partes, no es común que un autor convencido de esas ventajas de lo "ultramoderno" se autocuestione considerando que en esas opciones no solo están en juego soportes para la escritura, distintos procedimientos para archivar y comunicar; lo que viene cambiando —se lee aquí reiteradamente— son las formas de pensar y de relacionar el pensamiento con la sensibilidad. En tanto opciones de cultura, plantean dilemas epistemológicos y vitales. Estos textos, que se permiten lo errático y que son tanto ensayos conceptuales como testimonios de las dificultades para encontrar rumbos en las últimas décadas, hacen patentes las ventajas de concebir la aventura del saber menos como caminos prefijados que como "espacios navegables".


Del Prólogo del libro

Avant la lettre

Horizontes de sentido

Los "Ensayos" que se leerán a continuación proponen conexiones inesperadas entre la complejidad tecnológica, la innovación comunicacional y la diversidad cultural. Nuestra guía es la seductora oferta hecha por Gregory Bateson (1976) de descubrir la pauta que conecta "al cangrejo con la langosta, a la orquídea con la anémona y los cuatro conmigo, y contigo, y a los seis con la ameba en un extremo y con el esquizofrénico que está en el psiquiátrico, en el otro", que trataremos de extender a ámbitos mas cercanos a nosotros en el tiempo y el espacio.

En parte nuestro viaje invierte al de Bateson debido a que, como latinoamericanos, ocupamos una posición excéntrica a los dualismos occidentales. Si bien tomamos de Bateson numerosas enseñanzas, éstas aparecen recombinadas con otras, a la luz de las formas híbridas de vida en la Periferia.

El abordaje de estos temas confluye tanto con las investigaciones tecno-culturales iniciadas por L. Whyte (jr.) (1967, 1973), Lewis Mumford (1969, 1971), W.I.Innis (1973) y mas recientemente por James Burke (1978; 1985; 1997; 1999); la reflexión a ras de la experiencia, realizada por los epistemólogos experimentales —desde Jean Piaget (1977; 1980) a Warren Mc Culloch (1966), desde Konrad Lorenz (1977) a Humberto Maturana (1983) y Francisco Varela (1980, 1984, 2000)— así como con el método heurístico y expositivo de epistemólogos comunicacionales como Omar Calabrese (1989), Massimo Canevacci (1990), Eliseo Verón (1999), releídos y tamizados a la luz de las tesis fuertes del programa de comunicación para la acción de Fernando Flores (Spinoza, Flores & Dreyfus, 1997).

Estos artículos, combinan lecturas duras y blandas, aplicadas a culturas de mezclas (la científica y la estética, la cuantitativa y la cualitativa, la descriptiva y la interpretativa en patchworks conceptuales que constituyen los distintos agrupamientos del libro.

¿Post-televisión ?

El pasaje de la modernidad a la post-modernidad implicó la adhesión a un tipo superior de abstracción. De la naturaleza heredada pasamos a una segunda naturaleza –para la cual la alfabetización y la imprenta juegan un rol impostergable. Migramos así de la segunda naturaleza abstracta de los espacios sociales creados por el transporte naval y ferroviario, a los espacios sociales abstractos creados por el telégrafo, el teléfono, la televisión y la telecomunicación.

Vivimos ahora por fin en el reino de la telestesia, de la percepción a distancia. Con el advenimiento del telégrafo por primera vez en la historia el tiempo de la comunicación es mas rápido que el tiempo del transporte. Y el fin de la modernidad es también el de la obsolescencia de esa segunda naturaleza, sustantiva, corpórea, y petrificada.

Con el telégrafo de nuestra mano pasamos de la segunda naturaleza de las ciudades y los territorios a la tercera naturaleza del espacio de datos y de los flujos informacionales multidireccionales.

¿Es cierto, empero, que aun no somos lo suficientemente abstractos? ¿Es algo mas que un sueño de aprendiz de brujo creer que la teletransportación alguna vez tendrá lugar en el mundo real? Por de pronto nos hemos estacionado en la antesala de la post-televisión, un mundo multidimediático e interactivo, todavía demasiado cercano al vaporware, pero anunciando entre líneas una esfera de la comunicación fantasiosa y fabulosa.

La filosofía que fue incapaz de trascender el espacio de la escritura; muda y ciega frente a la televisión y a la radio ¿podrá agenciarse de los multimedias y la Internet?, ¿será capaz de convivir con estrategias de pensamiento y con tácticas de la navegación del sentido constitutivamente irreconciliables? (Kolb, 1994; Cabrera, 1999). Está por verse.

La circularidad de la mediación tecno-social

En la Parte I Tecno-Culturas encaramos la emergencia de los comportamientos colectivos y la aparición de nuevas tecno-culturas poniendo el énfasis en la construcción tecnológica de la cotidianeidad y en la causalidad circular que existe entre creencias y prácticas sociales, entre artefactos y emociones, entre los deseos y las limitaciones que impone y exige la convivencia social y la voluntad mas que humana de trascenderlos siempre —a cualquier precio.

En el capítulo 1 De la razón analítica a la razón sintética mostramos a través del uso de tecnologías computacionales, revisando la aparición de productos que generan conocimiento en forma colectiva, y adentrándonos en la capacidad de simulación de nuestros engendros, hasta que punto es posible imaginar un pensamiento que lentamente se va desanclando de la sustancia y progresivamente se acerca al verbo.

En vez de someternos a un intenso bombardeo de palabras y conceptos, pasando por el deconstruccionismo, la filosofía post-moderna y la intertextualidad (temas que serán examinados en cierto detalle en el capítulo 8), tomamos como hilo conductor ciertas preguntas tradicionales a las cuales les damos respuestas no tan convencionalmente literarias (léase escritural).

Partiendo de la hipótesis acerca de un hipertexto como herramienta para hacer meta-filosofía, de las redes como inauguración de un modo de producción colaborativa a distancia, y de la simulación como una forma efectiva de multiplicar los puntos de vista, atisbamos una migración posible de la razón analítica a la sintética.

En el capítulo 2 Enredados. Tele-Ciudadanos de la cibercultura constatamos la omnipresencia de los sistemas vivientes como metáfora para entender la complejidad. Es tan viviente una célula como una sociedad, una comunidad de lectores como un arrecife de coral, una red telefónica como el lenguaje humano (Kelly, 1994). No es que estos vivi-sistemas sean como seres vivientes. Son seres vivientes. El mejor y contundente ejemplo es la red Internet. Mas de 430 millones de usuarios de computadoras a mediados del año 2001, que intercambian a diario colosales cantidades de información (5000 millones de mails diarios solo en USA). No siempre técnica. No siempre profesional. Muchas veces práctica, cotidiana, solidaria, a escala plenamente humana. Las redes electrónicas —mucho mas rápido que las uniones aduaneras, los mercados regionales y los acuerdos de libre comercio— han facilitado la globalización mundial de las ideas y de los afectos. Azuzados en la interactividad —comunicación bi-direccional— y el narrow-casting —emisión y recepción personalizada— los ciudadanos de la ciber-cultura sentimos, pensamos y actuamos en un tiempo y un espacio irreductible a los de la civilización de consumo tradicional (Simone, 2001). Formamos parte de la primera generación en tiempo real y defendemos y ejercemos nuestros derechos a la velocidad de la luz .

En el capítulo 3 El complejo de Frankenstein. El impacto de los robots en las imágenes del hombre mostramos como la historia del hombre se confunde con la historia de los instrumentos que nos han permitido transformar y controlar los medios externo e interno (Perriault, Debray, 1992, 1993). Los artefactos han contribuido en forma extraordinaria a la comprensión del mundo y, por lo tanto, de nosotros mismos. Lo que encontramos ahi/afuera es parte de nuestros dramas y confusiones internas.

Aparte de testimoniar el poder de la imaginación y la creatividad humanas, las herramientas y las máquinas están atravesadas por un simbolismo que les es propio al representar las actividades que hacen posible su propio uso. Una herramienta es un modelo de su propia reproducción y un libreto para la reiteración de la habilidad que encarna: más que un instrumento es un agente para el cambio.

Al rehacer la historia con nuestras reinterpretaciones (Mumford, 1971; White, 1992; Ritzer, 1996) solemos descubrir que las innovaciones siempre llegan a tiempo. Conociendo la complejización creciente de la sociedad actual, ¿no debemos maravillarnos por la feliz coincidencia de que la computadora y los robots se hayan inventado justo cuando más los necesitábamos? ¿Qué sería de nosotros sin nuestras solícitas, eficientes e incansables máquinas?

La computadora y los robots llegaron a tiempo. ¡Es verdad! A tiempo para dejar intactas las estructuras sociales y políticas que -caso contrario- deberían haberse renovado completamente o, en su defecto, desaparecer (Weinzebaum, 1979). Al igual que toda acción humana, la invención de la computadora puso en peligro el entorno físico y social. Su impacto más profundo fue, empero, haber cerrado la posibilidad a un cambio social profundo.

Si el éxito de una revolución se mide por la magnitud de las transformaciones sociales que lleva implícita, no cabe duda de que la revolución de las computadoras o de los robots no se produjo aún -y quizás nunca llegue tal día .

En el capítulo 4 El tiempo se acaba Del péndulo a la máquina virtual reconocemos que si bien la naturaleza humana no cambió (¿no cambió?) en los últimos 50.000 años, la cultura está sufriendo un proceso de aceleración permanente —tan fuerte que probablemente impacte sobre nuestra propia biología. Y si todo cambia lo que mas se transforma es nuestra forma de entender el cambio. Estamos pasando de un tiempo local a otro universal, de una velocidad a la escala humana a otras micro- y macro-humana . Cual aprendices de hechicero desbocados, los objetos interactivos empiezan a liberarse —y a liberarnosm (Manzini, 1989; 1991). Necesitamos de una antropología post-orgánica para aprehender estas nuevas relaciones, y de una ciber-política para reubicarnos en un mundo donde los agentes extra-humanos están empezando a hablar y a hacer valer sus derechos (Haraway, 1991; Stone, 1995).

La alteridad epistémica y la unidad en la diversidad

En la Parte II Alteridades ponemos el acento en las consecuencias y proyecciones de los análisis epistemológicos para actividades, grupos y actores sociales concretos. En vez de jugar con los conceptos en una referencia intertextual tan virtuosa como vacía, anclamos las polémicas y los conflictos paradigmáticos en casos puntuales, conflictivos y aporéticos. La Edad Media como contracara de la modernidad; la mujer como mitad negada por el hombre; los monos como parientes próximos o seres irreductibles a los humanos; los extraterrestres como sujetos a una distancia máxima de todo intento de comunicación humana posible, son algunas de las vertientes que vertebran este análisis.

En el capítulo 5 La Edad Media. Una época muy poco 'Obscura" recorremos uno de esos "lugares comunes" pregonados por los manuales de historia según los cuales la Edad Media habría sido una época muy oscura. Para los historiadores iluministas estos l.000 años de historia humana son el velo negro que sella la separación entre las cenizas todavía ardientes del Imperio Romano de Occidente y el resurgimiento renacentista.

Para una lectura indiciaria como la que aquí proponemos —a contrapelo de la epistemología positivista y fisicalista—dicho olvido debe verse como un síntoma: el intento de borrar de la memoria, negando por lo tanto la posibilidad de revisar y actualizarla, que en la supuesta noche medieval lo que se clarifica en forma definitiva es la estructura de poder de lo que hoy llamamos Occidente.

La Edad Media construye un modelo en el que un principio de naturaleza espiritual justifica el ejercicio temporal de la autoridad dando cuerpo, justamente, a la noción tan poco aprehensible de Occidente (Duby, 1980).

El intento de negar toda eficacia causal al imaginario de la autoridad y el poder, laboriosamente construido por los medievalistas, es pues una operación de neto corte político consistente en volver sagrada, es decir invisible, la fuente de la cual emana la legitimidad del soberano (trátese del Papa, del monarca o de los "representantes" del pueblo indistintamente). Indicar siquiera, cómo estas transformaciones —así como sus precondicionamientos materiales— fueron posibles es obviamente más que sociología del conocimiento, es hacer política de las ideas.

En el capítulo 6 Del Contacto como experimento mental. Introducción a la xenología sacamos a luz el profundo desfasaje que hay entre los planteos discontinuistas del programa de "Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre" (BIO, traducción de "Search for Extraterrestrial Intelligence -seti-) -que propone y exige una desantropomorfización de la experiencia al intentar pensar la alteridad más radical que puede presentársele al ser humano: el encuentro con otros radicalmente distintos de nosotros, y las estrategias, las argumentaciones y las recomendaciones que lo coronan. Estas no solo incumplen tales promesas sino que retrotraen las preguntas a niveles supuestamente superados tanto por la epistemología post-naturalista como por las investigaciones transdisciplinarias en boga.

El principal contraargumento que cabe esgrimir con el fin de rebatir las objeciones ingenuas contra la posibilidad de vida inteligente no-humana es la presencia en las mismas de un desembozado antropocentrismo. Contrariando esos supuestos creemos que es mucho más difícil de entender un universo en el cual somos la única -o una de las pocas- civilización técnica que concebir al cosmos pletórico de vida e inteligencia.

En el momento en que las computadoras en red, y muy especialmente la Word Wide Web como encarnación de la inteligencia distribuida (Levy, 1994; Berners-Lee, 1999; Bardini, 2000), revelan nuevas formas de acople hombre/máquina ignorar la apertura de SETI es refugiarse en un provincialismo terráqueo tan improductivo como sectario, que ningún bien le puede hacer a la epistemología, y mucho mal a los intentos de construcción de conciencias y puntos de vista planetarios y extra-planetarios también.

En el capítulo 7 Gregory Bateson: Polígrafo reconstruímos la trayectoria intelectual —jalonada de conversiones y disfraces— de un epistemólogo bisagra —equidistante del teórico puro y del empirista ramplón. Con sus intuiciones —mas que con sus logros—, luchando contra su pasado, sin querer ni poder romper enteramente con él, Bateson fabricó ámbitos de experiencia, amplió las fronteras de lo comunicacional, descubrió nuevos usos (y abusos) de las tecnologías del conocimiento en sus encuentros con los otros culturales, teorizó y experimentó, sentando las bases para una ecología de las ideas que dos décadas después de su muerte empieza por fin a dar sus frutos.

Si bien para combatir las dualidades a veces no vaciló en remedarlas —como cuando opuso el mundo de pleroma, en donde las causas producen efectos físicos, al de creatura en donde las diferencias (ausencias) causan diferencias— su habilidad para derivar cognitiva y emocionalmente entre lecturas naturalistas y filosóficas, literarias y místicas, orientales y occidentales revela su vocación de explorador de las pautas que conectan. Pionero, último de los scouts, hombre a caballo de dos épocas, visionario y retrógrado al mismo tiempo (un retroprogresivo como lo calificaría Paniker, 1987), la problemática ecológica y teológico-cibernética eclosiona en sus últimos escritos, mostrando a través de innumerables ejemplos la circularidad que existe entre lo material y lo simbólico (Debray, 2001).

En el capítulo 8 a través de un bricolage que toca temas muy diversos, partiendo de la imprenta como disciplinamiento, de la contienda de MTV y los libros, de los usos de la neo-televisión, de la perdida de la competencia lingüística universalizadora, etc revisamos una serie de prácticas cognitivas a la luz de la ecología de los medios, tal como ésta ha sido sacudida por la emergencia de Internet y la web.

Este capítulo final, además de darle carnadura biográfica a los ensayos —ubicándolos en el contexto de nuestro desarrollo intelectual y evolución personal— ayuda a perfilar mejor nuestras preocupaciones actuales, y los objetos de análisis y recorridos que estamos emprendiendo en este momento.

Así damos un largo rodeo que nos lleva desde la pauta que conecta las obras pre-escriturales con referentes tan poco previsibles como los poetas griegos, los monjes medievales, los "intelectuales" de las sociedades ágrafas y los magos de la Edad Media tardía, a la búsqueda de modos de conocimiento mas integradores, capaces de rescatar lo singular de cada tecnología cognitiva sin necesidad para ello de renunciar a las características no menos poderosas en cuanto al enriquecimiento de la experiencia humana de aquellas que las precedieron en el tiempo y el espacio (Olson, 1998; Simone, 2001).

Pero sobretodo a la constatación —casi un truismo en el momento histórico que estamos viviendo— de que es imposible entender los principales cambios que han vertebrado a la sociedad occidental pasando por alto la lenta pero irreversible emergencia —junto a los procesos productivos— de procesos comunicativos y de tecnologías de modelado de la conciencia que los resignifican y potencian hasta extremos impensados (Ong, 1986; Einsenstein, 1990; Levinson, 1997; Logan 2000). Y que este proceso permanece invisible a menos que hagamos un esfuerzo des-estructurador y seamos capaces de apreciar que nuestras tecnologías cognitivas no son ni las únicas ni las mejores posibles.

Avant la lettre trata de ubicarse en el momento y coyuntura en que los ensayos fueron construídos, desde la perspectiva etic del analista. El capítulo 8 recorre idéntico camino pero esta vez desde la perspectiva emic del protagonista de las aventura de las ideas.

Buenos Aires, Septiembre de 2002