¿Tutor o “Arquitecto de trayectos de aprendizaje”?
Quienes
desde hace años transitamos el mundo de la pedagogía, quizás debamos
agradecerle al boom del e-Learning el hecho que se haya revalorizado (o
volver a poner en el “tapete”) el concepto de “aprendizaje centrado en
el alumno”. Inclusive, algunos tecnólogos poco familiarizados con el
ámbito educativo, han hecho como propio y exclusivo de la metodología de
e-Learning esta vertiente, cuando en realidad es un concepto pedagógico
que nació cuando no existía ninguna de estas “nuevas tecnologías”
relacionadas al mundo de la informática y las comunicaciones.
Más aún,
algunos confunden conceptos de “educación personalizada”, y “educación
centrada en los medios”, con el aprendizaje centrado en el alumno, por
el simple hecho de que el alumno/usuario es relativamente autónomo.
Básicamente, el concepto subyacente radica en que la carga en el proceso
de enseñanza/aprendizaje “pasa” del discurso y la clase magistral del
docente que diserta (y del alumno que en contrapartida recibe
información casi pasivamente) a una acción y una carga mayor que se
centra en el esfuerzo del alumno.
Para
decirlo en términos simples en un ámbito de e-Learning con este modelo:
si el alumno no enciende su computadora y se conecta diariamente a la
plataforma desde donde se entrega el curso, carrera, posgrado, etc. en
cuestión; si el alumno no baja los materiales respectivos y le dedica el
tiempo suficiente para asimilarlos; si el alumno no participa en los
foros y en los encuentros online sincrónicos; si el alumno no mantiene
un diálogo fluido con su profesor; si el alumno no realiza las
correspondientes actividades prácticas semanales; entonces es muy
improbable que ese alumno pueda “aprender”. Todo esto suponiendo que se
trate de un entorno de aprendizaje virtual correctamente diseñado en
cuanto a materiales y seguimiento por parte del o los docentes a cargo.
Nunca
estará de más insistir en la idea de que el aprendizaje es un proceso
activo, donde el pensamiento del que aprende juega el papel principal. Y
si bien la lectura es una actividad esencial en el aprendizaje adulto,
no puede (no debería) ser la única que se propone al estudiante.
Aún así,
en este supuesto aprendizaje centrado en el alumno, corremos el riesgo
de que simplemente se trate de un entorno de entrega de materiales,
donde el alumno termina realizando un simple curso autoasistido.
¿Por qué?
Porque la figura del profesor, ya a estas alturas denominado hasta
desdeñosamente como un simple “tutor” cuya función es tan colateral como
la de “facilitar” el aprendizaje del alumno, ha hecho que cuando un
docente se hace cargo de una comisión de alumnos virtuales, las
funciones se vean acotadas y menoscabadas, cuando en realidad su carga
de trabajo –en condiciones correctas, nuevamente- debería ser mucho
mayor que las que cumple en una clase presencial.
Por eso
me gusta denominar al profesor, como lo hacemos en el posgrado de
Formación de Formadores en Entornos Virtuales de Aprendizaje, que
llevamos adelante en la Universidad Nacional de Tres de Febrero Virtual,
como un “arquitecto de nuevos trayectos de aprendizaje”, marcando
consignas que posibiliten una continua interacción entre docente y
alumno y entre alumnos entre sí. Con esto no pretendo que al
profesor/tutor lo denominemos ampulosamente pero se sigan menospreciando
sus funciones, sino simplemente remarcar su nuevo rol, quizás más
revalorizado en estos entornos.
No
pensemos que, por el simple hecho de poner una serie de pdf’s en una
plataforma estaremos creando una metodología de aprendizaje centrada en
el alumno. Tampoco cambia nada que los
textos sean presentados animados utilizando Flash. Parafraseando al más
reconocido pediatra argentino, Florencio Escardó, quien alguna vez dijo
que "La clase magistral es la mejor manera de que las ideas pasen del
cuaderno del profesor al cuaderno del alumno, sin pasar por la cabeza de
ninguno de ellos", podemos decir que “los pdf’s en las plataformas, sin
la correspondiente acción de los docentes “tutores” es la mejor manera
de que las ideas pasen de quien las escribió a quien las recibió, sin
pasar por la cabeza, por lo menos, de quien las recibe”.
Hasta la
próxima
Lic.
Jorge Rey Valzacchi
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