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Web Semántica, Web 3.0: lo que viene

2006 fue un año particularmente intenso para el posicionamiento de la denominada Web 2.0, o Web social. Tal es así que, como comentáramos en nuestro Editorial del pasado mes de diciembre, la prestigiosa revista Time eligió al usuario activo de la Web 2.0 como la personalidad del año.

Sin embargo, y cuando la mayoría de los usuarios de Internet sienten que todavía se desenvuelven en la Web tradicional (ahora llamada Web 1.0), un nuevo concepto, quizás aún mucho más revolucionario que la Web 2.0, se ha instalado en el mundillo de la tecnología: la Web 3.0.

Quizás algunas personas piensen, prima facie, que se trata de un recurso marketinero que sólo pretende dar una vuelta de tuerca más a la hoy conocida “burbuja 2.0”, es decir: todo el efecto que se produjo el año pasado con la aparición y venta de empresas que poseían herramientas y ofertas híbridas de la Web 2.0, con fuerte aceptación de los usuarios, como fue el caso de YouTube, comprada finalmente por Google en 6500 millones de dólares.

Pero no: esta Web 3.0 es algo que va mucho más allá de un simple cambio de versión, y que seguramente será un punto de inflexión en la historia de Internet, tal como fue la aparición de la “web tradicional” en 1993.

¿En qué consiste la Web 3.0? Básicamente en dotar de significado a la Web facilitando que los sitios, vínculos, aplicaciones y bases de datos puedan intercambiar información sobre los contenidos, haciéndola “más inteligente”. O sea: una base de datos global que ya no sea sólo un catálogo sino una guía que interprete significados, tal como hacemos los humanos. Por eso, a esta nueva web, también se la denomina “Web Semántica”.

Esto es quizás una consecuencia lógica, una demanda, a partir del crecimiento exponencial que tiene la actual Web, donde las búsquedas se vuelven cada vez más “sucias” y engorrosas.

Si bien es cierto que hoy cualquiera de nosotros puede encontrar fácilmente “información obvia”, por ejemplo: cantidad de habitantes de un país, características de una planta, mapas de una ciudad, sonidos del canto de un pájaro, vuelos de Buenos Aires a Madrid, etc., también es cierto que muchas veces insumimos demasiado tiempo interpretando la avalancha de datos que se nos presenta en el resultado de una búsqueda, ya más precisa y concreta desde nuestra mente humana pero más difícil de descifrar desde el motor de búsqueda, como planificar un viaje a un determinado país, con todo lo que ello implica: reserva de vuelos y hoteles, de acuerdo a nuestras posibles fechas y posibilidades económicas. Toda esa información existe hoy, pero su filtrado e interpretación requiere de mucho tiempo y esfuerzo por parte del usuario. ¿A quién no le gustaría encontrar rápidamente la planificación de un viaje tal como si se lo solicitase a su agente de viajes?

Nuestras búsquedas actuales, la mayoría a través de Google o Yahoo, están basadas en palabras clave más que en su significado. El resultado final depende de nuestro “expertise” para interpretar esa maraña de sitios que se nos presentan para luego interrelacionarlos. Esta tarea laboriosa, y muchas veces infructuosa, es la que pasaría a manos de “agentes inteligentes”. Así como la Web 2.0 tiene al usuario como principal protagonista, ya que es él quien escribe artículos en un blog o wiki, o participa en una red social; en la Web 3.0 los protagonistas “invisibles” serán los agentes o robots inteligentes (o pseudo inteligentes) que procesarán e interpretarán información.

Sin embargo, para lograr que los resultados de estas búsquedas sean más rápidos y precisos, hay todavía muchos retos que resolver, fundamentalmente tecnológicos, como el reconocimiento de voz (por ejemplo, consultas directas al buscador a través de un micrófono), reconocimiento de imágenes (por ejemplo, identificar formas y áreas dentro de una foto) y mucha inversión en recursos humanos que provean analítica de contenido.

La idea de los investigadores que están trabajando en esta temática, es dotar de un cierto nivel de inteligencia artificial a las máquinas (el que la tecnología vaya permitiendo), de modo tal que puedan deducir y razonar a la manera de los humanos.

Esto que hoy en día puede sonar a ciencia ficción, no es más que un estadio en esta carrera tecnológica en la cual hemos sido partícipes en los últimos años. ¿Quién de nosotros preveía hace sólo cinco años lo que hoy conocemos como la Web 2.0 y su intrincada telaraña de posibilidades?

Ya algunos avizoran, como una convergencia entre las herramientas de la Web 2.0 y esta Web Semántica, por ejemplo, una Wikipedia 3.0, que tendría la fuente del trabajo y la experiencia de millones de personas, con ese nivel de inteligencia artificial, lo que daría como resultado una especie de “cerebro global” sobre todo el conocimiento humano.

Quién sabe. Lo cierto es que los cambios en este campo se van produciendo cada vez más aceleradamente… tanto como nuestra capacidad de asombro.

Hasta la próxima

Lic. Jorge Rey Valzacchi


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